martes, 28 de marzo de 2017

Breve introducción a los romances

Los romances.

Los primeros romances conservados se remontan al siglo XIV, 
pero el género, en sustancia, ha de ser tan antiguo como el mismo castellano, porque es difícil concebir una lengua en que no existan baladas o breves canciones narrativas, ya sean fabulosas, ya noticieras. Tal como desde el siglo XIV los conocemos, sin embargo, los romances están en deuda fundamental con los cantares de gesta. Ciertos fragmentos de las gestas especialmente apreciados se grabaron en la memoria de los aficionados y se entonaban también aislados en los espectáculos juglarescos. El gusto por todo fragmento hubo de ser tan intenso, que a imagen y semejanza de ellos acabo modelándose la gran mayoría de las baladas narrativas.
Los romances, pues, mantienen buena parte de los rasgos de estilo de las epopeyas de que derivan o en la que se inspiran;
o bien aplican a relatos de nueva invención o a versiones poéticas de hechos históricos los hábitos expresivos de la tradición épica: La base métrica de ocho silabas, la rima vocálica o asonancia, determinadas fórmulas, procedimientos descriptivos...
Pero el romance refuerza ciertas secuencias con patetismo e impresionismo singulares, potencia lo fragmentario y las escenas aisladas, da un tinte lírico a determinadas situaciones; particulariza expresivamente, en fin, aspectos que podrían pasar inadvertidos en las tiradas épicas. 
Suelen considerarse viejos los romances conocidos por fuentes anteriores a 1550, pero también ocurre que muestras mucho más antiguas – por ejemplo, de finales del siglo XV- se nos han conservado únicamente en la tradición moderna. Esa extraordinaria permanencia en el tiempo se acompaña de una menor capacidad expansiva en el espacio (trasmitida de boca en boca, los romances perviven dondequiera que existen comunidades de lengua española, de California a Israel, de la Patagonia a Filipinas) y por una permanente vitalidad creadora, de suerte que entran en el teatro, los cultivan los escritores más cultos y llegan a los poetas de hoy. De hecho tal vez, sólo el romancero nos permite recorrer todos los caminos de la literatura y aun de la vida española.
                          
Francisco Rico
Origen.
 Ramón Menéndez Pidal creó el Neotradicionalismo, una teoría para la cual los romances habrían surgido de la fragmentación de las grandes epopeyas medievales o cantares de gesta, tales como el Cantar o Poema de Mio Cid y El cerco de Zamora. En este proceso, los cantares de gesta, cantados por los juglares, circulaban no sólo en las cortes aristocráticas sino también en las plazas plebeyas, donde el pueblo escuchaba los episodios más importantes y repetidos cuando pasaba por allí; se les grababa en la mente y a su vez los repetían y cantaban entre sí. De esa manera se fueron transmitiendo oralmente de padres e hijos los fragmentos que tenían mayor interés e incluso algunos se mezclaron con otros y experimentaron una elaboración formal que consistía en numerosas variantes, muchas de ellas localizadas sobre todo al final. Al mismo tiempo, había juglares cuyo propósito y alcance eran más humildes y que se dedicaban a cantar en público y por separado sólo los pasajes épicos que encerraban una acción o suceso completo.

Difusión

Los inicios de su difusión impresa tienen lugar a partir de 1510, fundamentalmente a través de los llamados pliegos sueltos. Difundidos a través de las ferias, algunos coleccionistas de estos pliegos impresos, elaborados en cortas tiradas ya que se realizaban para agotar las sobras de papel de ediciones mayores en las imprentas, por lo que frecuentemente el texto se cortaba al final por falta de espacio, juntaron sus ejemplares en códices facticios llamados cancioneros de romances. Habrá que esperar la publicación, en Amberes, hacia 1547-1548, del Cancionero de romances de Martín Nucio para disponer finalmente de una verdadera antología del romancero viejo español. La recopilación presenta 156 romances. El Cancionero de romances fue reeditado, sin modificaciones, en Medina del Campo en 1550, y el mismo año en Amberes, por Nucio, que le agregó 32 piezas nuevas. La edición de 1550 sirve de modelo a las tres reimpresiones [1555, 1568, 1581].
Sólo a partir de 1547-1548 los romanceros son objeto de ediciones separadas y específicas; son las Silvas de varios romances, con una «Primera parte» (Zaragoza, 1550, 1552), otra «Segunda parte» (Zaragoza, 1550, 1552) y hasta una «Tercera parte» (Zaragoza, 1551, 1552); en total, unas quince ediciones de romanceros entre 1548 y 1568, si se tienen en cuenta las tres reediciones del Cancionero de romances y las cuatro ediciones sucesivas de los Romances nuevamente sacados de historias antiguas. Con la Flor de romances recopilada en 1589 por Pedro de Moncayo.  se inicia la publicación de las antologías de romances nuevos que constituirán el Romancero General de 1600.

Responder las siguientes preguntas en tu carpeta: 1- ¿De dónde provienen estas composiciones? 2-  ¿Por qué es el fragmentarismo uno de sus rasgos? 3- ¿Cuál es la diferencia entre romances nuevos y viejos? 4- ¿Cómo se difundieron los romances? 5- ¿Cuándo comenzaron a imprimirse? ¿Por qué y cómo?


Para teoría de "Elementos formales de poesía" Capítulo Nº 5 , páginas 120y 121. 
EN: Activados, Prácticas del Lenguaje 3, Ed Puerto de Palos. 

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