domingo, 29 de julio de 2018

Videos


Silvia Rivero Cusicanqui (Socióloga)
https://www.youtube.com/watch?v=1q6HfhZUGhc

Prestar atención a los siguientes términos y definirlos:
Pachacuti , Obejto Etnico no identificado, descolonizar la mirada, blanqueamiento como violencia, birlocha-birchola. complejo de aguayo, cheje. epítome del mundo vegetal.
¿Cual es el interés que puede despertar esta socióloga?

Rita Segato  (Doctora en antropología)
Canal Encuentro

La fiesta de la Pacha
Canal encuentro

Canal Pakapaka
La Pachamama

miércoles, 11 de julio de 2018

Para después de las vacaciones...

3º A
Comprobación de lectura de Fahrenheit 451, Ray Bradbury. 
Fecha: 31/07/2018

4º A
Evaluación de Antropología:
Temas : todos los artículos leídos sobre género. Están subidos al blog.
Agregar Lenguaje inclusivo ( Canción "Juntes hay que jugar")
La desgracia de ser mujer en la era victoriana y el contrato de trabajo de una maestra de 1923 ( recuerden que dijimos que era una traducción)
Fecha: 01/08/2018

4º B
Evaluación de Antropología
Temas: Artículos de opinión sobre género.
Lenguaje inclusivo. Lo visto en clase. Canción y video. (Relación con Baños de damxs y caballerxs. )
La desgracia de ser mujer en la era victoriana y el contrato de trabajo de una maestra de 1923 ( recuerden que dijimos que era una traducción)
Fecha: 31/07/2018
Para todos: 

Me gustaría organizar un concurso fotográfico sobre dos temáticas:
1- Gente que trabaja .Fotografiar gente real durante su trabajo ( en casa, en la calle, en la oficina, el banco, etc)
2- Instarrelato que los defina ( A c/u de  UDS): una foto más un epígrafe explicativo o contextualizador.
Link: Sos vos en la red

Pueden aprovechar para aguzar la mirada durante las salidas y paseos de las vacaciones de invierno.
La fecha de presentación sería octubre, para la semana de la Lengua y la comunicación.
NO hace falta que las impriman , sirve que las envíen por mail. Pueden usar filtros y hacer los cambios que quieran ( color, blanco y negro, sepia, mixto, etc).


martes, 10 de julio de 2018

Lo que es moda no incomoda


Lo que es moda ¿no incomoda?
24 noviembre 2017
Esta vez compartimos un artículo de revista sobre el bienestar (wellness , en inglés), la nueva movida “cool” patrocinada (y protagonizada) por la actriz norteamericana Gwyneth Paltrow (sí, la de Iron Man, Shakespeare Enamorado y Emma, entre otras). En ella se explica bien el corazón de esta tendencia que hace furor en los Estados Unidos: el aparente culto al bienestar y el empoderamiento de las mujeres.
Elegimos esta nota porque refleja  con claridad un tema que seguimos desde el principio en esta sección de  Educación y Género: la contradicción entre las “novedades”, que muchas veces parecen introducir (o prometer) cambios profundos, y los estereotipos ya antiguos y conservadores  en los que abrevan; contradicción que a su vez retroalimenta el statu quo que aparentan superar. (Véase como otro ejemplo nuestra nota de Las Medidas de Miss Perú).
En este caso, que proponemos usar como ejemplo de tantos otros, es indiscutible que tenemos un cambio en las formas; pero ¿tenemos el mismo cambio en el nivel del paradigma o lo es con  los valores y las ideas subyacentes?

La respuesta es no.
El estereotipo dominante es el de siempre: las mujeres deben esforzarse para entrar en el prototipo de belleza socialmente validado, que está básicamente definido en función de la delgadez y de la eterna juventud.
La novedad del wellness se limita a pasarlo menos mal en la búsqueda de lo mismo.

Ya habíamos visto algo de esto en nuestro análisis sobre la publicidad de electrodomésticos: en general, la mujer sigue en su rol, pero ahora lo cumple sonriente, sin derecho a quejarse o a estar cansada.
Apostamos a que docentes y alumnos entrenemos la mirada, para estar atentos a este tipo de contradicciones. Por eso proponemos una serie de interrogantes que podrían orientar la lectura del artículo:
En primer lugar, ¿ha cambiado realmente en la sociedad la idea sobre la belleza femenina?, porque si no es así, es probable que la industria de la belleza, devenida ahora en “industria del bienestar”, nos esté dando lo que le seguimos demandando: lo que sea necesario para adelgazar y estar “bellas-para-otros”.
Otra cosa, si efectivamente estuviese despuntando un cambio profundo, explicitado por ejemplo en el repudio a las dietas mencionado en el artículo, la respuesta del wellness, lejos de potenciar ese cambio, ¿no lo obtura y debilita? ¿No seria el wellness en ese caso algo completamente conservador y hasta reaccionario?.
En ese mismo escenario de un cambio real en ciernes, ¿no será que las empresas se disfrazan de otra cosa para no ser repudiadas, no perder legitimidad y seguir vendiendo? Ya nos hicimos esta pregunta en nuestro artículo sobre Miss Perú.
En fin, la propuesta de hacer disfrutando lo que antes se hacía sufriendo no es bastante. No se trata de cómo, que puede ser más o menos llevadero, se trata de qué , para qué y  para quién.
Gwyneth Paltrow, gurú de la nueva vida sana
“Era una escena perfecta de cómo son los Hamptons( balneario de lujo en el estado de Nueva York) de los jóvenes  cancheros en las revistas. Invitada por una amiga bohemia que vive en una isla y su grupo de íntimas con largas túnicas de vírgenes vestales y pelo al viento, llegamos en un pequeño barco al restaurante de moda sobre las rocas en Montauk. Allí nos sentaron a comer langosta recién pescada en una mesita de madera desvencijada con servilletas de papel. Todo tremendamente chic, con mozos en camiseta agujereada y gorra de béisbol, pero franceses y ultraprofesionales. A un lado teníamos hispters foodies que Instagrameaban cada bocado. Al otro se encontraba Gwyneth Paltrow y su entorno actuando de gente normal ligeramente aburrida.
El sol se ponía en el horizonte y el único sonido era el clic de los paparazzi en la distancia. Era como ser parte de un mundo a la vez decontracté y tremendamente cool. Y entonces se acabó. Rompiendo con la regla cardinal de todo newyorkino de siempre ignorar a las celebridades, una de las vírgenes vestales se dio vuelta, abordó a Gwynny y se le instaló a charlar con entusiasmo.
El resto no pudo ocultar su espanto. Pero nuestra compañera de mesa lo justificó diciendo que no le había preguntado a Paltrow sobre su carrera como actriz ni nada personal. Solamente se había explayado -largamente- sobre cómo, con el método de una profesora de gimnasia/gurú del wellness de la cual Paltrow es la cara oficial y principal inversionista, a ella le había cambiado la vida
Resulta que gracias al método de dicha profesora, nuestra amiga había perdido todo el peso de su último embarazo y entrado en una bikini (de algodón orgánico) justo a tiempo para el verano. Pero con Gwyneth no había intercambiado ni una palabra sobre “dietas” ni “ejercicio” ni “entrar en la bikini” (sin abandonar la cara de espanto, todas habíamos escuchamos atentamente la conversación). El intercambio fue, en cambio, sobre espiritualidad, encontrarse a uno mismo, sanarse, limpiar el interior, la unión con la naturaleza, que lo esencial es invisible a los ojos y demás.
Es, exactamente, lo que está pasando en todos los lugares de los Estados Unidos que son punta de lanza de las tendencias. Porque, de pronto, decir que se está o estuvo a dieta, que se quiere ser flaco, y que se está haciendo ejercicio para lograrlo se volvió políticamente incorrecto a ultranza. Antifeminista. Del Paleolítico (aunque no en el sentido del régimen alimenticio de moda). Puede ser que, para muchas mujeres, entrar en la bikini siga siendo el objetivo ulterior, pero reconocerlo no es sólo demodé, sino que refleja superficialidad y falta de aceptación de cómo es uno, pecados capitales para los millennials que se extendieron a todas las generaciones. La prueba más contundente probablemente sean las revistas, en las cuales ya casi nunca se habla de la dieta X para bajar X kilos, sino que todo está parafraseado de tal manera que se vincula con la búsqueda de un bienestar superior y no se mencionan los rollitos. Lo mismo ocurre con los productos más populares para bajar de peso, que se venden aclarando que son para algo mucho más espiritual que amigarse con la balanza. Y algo similar llega a buena parte del rubro de cosmética y belleza también.
La gran gurú de toda esta movida es, sin dudas, Gwyneth Paltrow. Su sitio web dedicado al wellness, Goop, es leído mensualmente por casi dos millones de personas de una edad promedio de 34 años y un ingreso familiar por encima de 100.000 dólares, el grupo soñado para la publicidad.
Ahora se redobla la apuesta. Goop anunció que unía fuerzas con Condé Nast, que publica Vogue, Vanity Fair y The New Yorker entre otras revistas poderosas, para sacar una publicación muy glamorosa en papel que saldrá cuatro veces a partir de este mes y que se está anunciando con bombos y platillos (zen, por supuesto). Ya se adelantó la tapa, que lleva a Paltrow desnuda en el barro, y parte del contenido, como un tratamiento con veneno de abejas para el cual se usa el avispón del animal mismo como aguja de acupuntura.
Por supuesto que la controversia está desatada. Pero hay muchos que están especialmente esperando a ver qué dice la revista sobre nuevas formas de bajar de peso (aunque usando un lenguaje más sutil) para probar cómo, una vez más, se busca lo mismo que siempre, sólo que escondido detrás de una genérica búsqueda de bienestar.
“Pérdida de peso es un concepto que, de alguna manera, terminó fuera de lo aceptable. La gente no quiere tener nada que ver con él. Sólo que sí lo desea. Quiere estar más flaca. Quiere estar menos gorda. ¡No es que haya nada malo en ser gordo! Sólo quieren que se llame el estar a dieta de alguna otra forma”, escribió Julianne Escobedo Shepherd, especialista en mujeres y cultura popular de la Universidad de Nueva York.
“Lo que pasa es que estamos viviendo una diet fatigue (fatiga de dietas), y entonces se busca que las americanas pierdan peso a través de la neurosis”, explicó en diálogo con La Nación revista Alex Kuzcinski, autora de Beauty Junkies, libro que explora los extremos a los que se llega en la búsqueda de la belleza.
Por supuesto que hay un gran debate de fondo sobre las dietas y la salud, cuándo son necesarias e incluso vitales (o no), con médicos e investigadores tomando posiciones con sustento científico detrás. Pero puramente a nivel de las formas -aunque es un nivel de las formas que mueve millones-, los medios están señalando que la gran tendencia del wellness se convirtió demasiadas veces en una búsqueda por conformar al ideal convencional de belleza femenina sólo que disfrazado de empoderización de la mujer, y del cuidarse a una misma.
“Los americanos tienen que convertir a la comida y el ejercicio en un fetiche con un esquema de cierto interés para manejarlo. Si sos alérgica al gluten e intolerante a la lactosa y decidís volverte vegana como está de moda, de hecho lo que estás haciendo es simplemente eliminar varios grupos de alimentos y ¡bingo! Perdiste peso como cuando hacés una dieta y simplemente estás ingiriendo muy poca comida -ejemplifica Kuczinski-. Pero es un poco masoquista”.
Kuczinski cuenta que, como parte de una investigación, fue a ver al doctor de moda que la gurú de Paltrow recomienda como complemento a su ejercicio. “Te pincha más de 80 veces, toma muestras de orina, sangre, ADN, excrementos, etcétera, y te dice qué deberías o no comer. En mi caso, me sacó una lista de alimentos que eran básicamente mi ingesta diaria (granos, queso, almendras, tomates, huevos, pollo, gluten, ensaladas verdes, arándanos). Como tenía algún tipo de sensibilidad a esos alimentos, me dio unos polvos medicinales para reemplazarlos. Perdí más de 5 kilos en un mes. Fue terrible. Pero su ejército de mujeres neoyorquinas ultradelgadas lo adoran. Viven en base a sus polvos y las inyecciones semanales de vitaminas”, señala.

Manicuría y meditación
Los grandes santuarios, justamente, de este grupo demográfico no podían entonces quedarse atrás. La prueba más evidente es Saks Fith Avenue, la tradicional tienda departamental que es sinónimo de lujo en la Gran Manzana. Al piso donde antes estaba Burberry y una línea de Armani ahora se armó The Wellery, una especie de bazar dedicado a todo lo último en la búsqueda de bienestar, que básicamente significa una mezcla de productos de última generación para el fitness combinados con remedios New Age.
The Wellery ofrece quioscos que venden jugo de palta y tratamientos futurísticos para esculpir el cuerpo. Hay cabinas de vidrio de cuerpo entero donde se inhalan sales terapéuticas entre luces psicodélicas, clases de gimnasia alternativa y tratamientos veganos de manicuría que prometen “ayudar con la memoria, la capacidad de enfoque, aumentar la autoestima y el bienestar general”. Y hay una meditación guiada mientras te cambian el esmalte.
Según el presidente de Saks, , “al wellness lo estamos llamando el nuevo lujo. Solía ser sinónimo de pieles y cueros. Ahora la gente sólo quiere sentirse mejor”. Y es todo maravilloso y positivo, pero, de vuelta, aunque no se usa en esas palabras, lo que allí se ofrece no es para combatir arrugas, sino para. estar más delgada.
El turismo es otra de las industrias que sumó a la tendencia. La gran moda del momento es lo que Kucinski llama starvecations, o vacaciones de hambre. Se trata de dejar la Gran Manzana por lugares bucólicos cuyos nombres suelen hacer referencia a algún tipo de retiro espirital oriental. “Trepás montañas todo el día y después te dan una almendra, me explica una rubia del Upper East Side que, con sus amigas del circuito de los grandes bailes de caridad, es habitué. Pero te encontrás con todo el mundo, sobre todo después de las fiestas, cuando se come de más, y es al nivel de lujo de una vacación en un destino norteamericano privilegiado.” El mismo concepto aspiracional se repite, también, en otros presupuestos.

Claro que no hay nada de particularmente nuevo en la idea de base. Pero “me voy a una clínica cara a bajar de peso” hoy suena tanto peor que decir “me voy al ashram a desintoxicarme física y espiritualmente”. Y los tradicionalmente llamados fat farms de los estadounidenses (o “granja de gordos” como se solían denominar a los centros para dieta con alojamiento en el medio del campo lejos de las tentaciones), fueron en muchos casos rebautizados fit farms. Una granja para ponerse en forma, que sugiere que uno se acepta como es, pero que busca ser una versión más poderosa de sí misma.
La tendencia llegó a tal extremo que The New York Times la llevó en la tapa de su revista dominical y fue una de las notas que marcaron el fin de este verano boreal. Relataba ejemplos como el de Weight Watchers, el decano de los métodos para bajar de peso, que se dio cuenta en 2015 de que tenía un problema de imagen y de a poco fue cambiando su mensaje. Eventualmente logró un branding basado en el girl power tan popular en los últimos años. Contrató a Oprah Winfrey, el emblema de ese tipo de actitud, como su vocera, y le dio un giro mucho más positivo a su típico lenguaje, que ahora parece destinado a avergonzar por el cuerpo.
Muchos, claro, empiezan a no estar convencidos, entre otras cosas porque en todo lo que tiene que ver con el cuerpo, suelen ser las mujeres las exponencialmente más afectadas. “Es la misma basura en un envase más bonito”, sentenció Escobedo Shepherd en su análisis para Jezebel, la revista online de temas femeninos. Peor aún, señaló que ahora volvió a ser aceptable criticar el cuerpo de las otras mujeres, con la excusa de que las otras no se están “queriendo a sí mismas”. Es todo una cuestión de léxico que ambos sexos ya se volvieron hábiles para manipular. Es bien sabido que cuando un hombre pone “busco una chica que sepa cuidarse a sí misma” en un sitio web para citas, detrás de ese lenguaje de empoderación femenina hay que leer, simplemente, “gorditas abstenerse”.
“Si con un nombre nuevo, la búsqueda para estar más delgada te hace más sana no se puede decir otra cosa que bienvenida sea”, es la opinión generalizada de los no-fanáticos respecto de la tendencia. El tema es que no parecería haber resultados contundentes que muestren que necesariamente así sea. Y no es que los cambios en el vocabulario resuelvan los temas de fondo, vinculados con quiénes de verdad deberían hacer dietas y cuán efectivas pueden llegar a ser, sobre todo en el largo plazo.
Además, las tendencias suelen ser pendulares y los neoyorquinos se cansan de todo muy rápido, con lo cual muchos apuestan a una anti-diet fatigue, o fatiga del movimiento antidieta. Según The New York Times ya está pasando con las palabras. El matutino sostiene que la gente gorda pasó de ser llamada gorda a con sobrepeso (“un eufemismo bien educado que -accidentalmente o no- implica que hay un peso estándar.)” “De esto se los pasó a llamar pleasently plump (agradablemente regordeta a con curvas” (“lo cual incorpora sexualidad y optimismo al tamaño cuando debería ser sexual y emocionalmente neutral”) a nuevamente gorda (“porque sólo es el juicio negativo de terceros el que carga con negatividad la palabra, y quizá ser gordo no es tan malo como nos han hecho creer”).
[…]Este otoño, sin embargo, con la polémica llegada de la nueva revista de Paltrow todos apuestan a que se recalentará el debate. Pero, en Nueva York, las mujeres ultraobsesionadas con el cuerpo ya señalan que el medio será leído y comentado por largos meses […]
*Texto y fotos corresponden a “Gwyneth Paltrow, gurú de la nueva vida sana”, por Juana Libedinsky para La Nación Revista, del domingo 15 de octubre de 2017
Fuente bibliográfica de todos los textos: Fundacion luminis



La agenda de género en el mundo


| Estereotipos, La agenda de género en el mundo, Política
El artículo que esta vez les compartimos, es una crónica de cómo se está desarrollando en Gran Bretaña el debate sobre el sexismo.
Nos pareció ilustrativo traer a colación ejemplos prácticos del protagonismo que temas de la agenda de género está cobrando en el mundo y de cómo cada sociedad da esa discusión y encuentra soluciones. Por eso seguramente volveremos con relatos como el que sigue en próximas entregas.
En este caso, el eje de la discusión lo traza el cuestionamiento social a eventos y comportamientos que hasta ahora permanecían “ocultos” o “naturalizados”, por ejemplo, el acoso sexual de políticos encumbrados a sus subalternas, o las diferencias en el salario de las mujeres en comparación con el de los hombres que realizan una tarea similar.
Un párrafo aparte merece “la Cena de los Presidentes”, un evento “tradicional” del establishment político y empresarial londinense, que se celebra (o celebraba) anualmente con el elegante fin de recaudar fondos para obras solidarias, pero al precio de exponer a la mujer al abuso de los hombres invitados, que se divertían con ellas. A costa de ellas. 
Elegimos destacar dos cosas sobre esto: primero, respecto al hecho de que solamente se invitaba a hombres, se nos ocurrió pensar: ¿sería porque se decidía de antemano que las mujeres no podían llegar a la posición de “presidente” en la política y las empresas? Por suerte, la realidad ha demostrado lo contrario.
En segundo lugar, dejamos abierta para su tratamiento en las aulas y salas de profesores la cuestión de la participación de las mujeres, que de algún modo fortalecen su propio sometimiento al aceptar cumplir su rol de objetos en reuniones como estas. Por supuesto, entendemos que no siempre se ha tratado de elecciones libres, al ser ellas empujadas por la necesidad o el desconocimiento, pero es un aspecto que está bien tratar desde que Nietzche nos advirtiera sobre “la moral de esclavo”, que hace posible la esclavitud.
Como sea, pensamos que un punto gravitante de este “capítulo británico del debate sobre el género” es que se desarrolla en una sociedad con un apego particular a las costumbres, cristalizadas en general como verdaderas “instituciones”, muchas veces, la armadura de los prejuicios sexistas que en esta sección nos concentramos en desmontar.
Por supuesto, lo destacable de todo esto es que, como se verá, las cosas no quedaron en el debate y las palabras, sino que empiezan a tener consecuencias prácticas, no solamente dadas por las renuncias de los hombres denunciados y las mujeres disconformes, sino sobre todo, por la sanción de ciertas leyes orientadas al corazón de algunos de estos problemas, como la normativa que obligará a las empresas a hacer públicas la diferencias salariales entre hombres y mujeres, o la propuesta de revisar los mecanismo de selección y contratación del personal de ciertos funcionarios públicos.
A continuación, el artículo completo.
Los escándalos avivan el debate sobre el sexismo en Gran Bretaña
“El primer disparo fue directo al corazón de Westminster: a finales del año pasado, un aluvión de acusaciones de acoso sexual por parte de diputados a sus subalternas provocó la renuncia de dos ministros y la promesa de una revisión a fondo de los procedimientos de contratación de los asistentes de los legisladores.
El segundo proyectil alcanzó a la BBC: el 8 de enero, la prestigiosa delegada en China de la corporación pública dimitió tras comprobar que cobraba sustancialmente menos que dos compañeros varones en cargos equiparables, y denunció “una cultura salarial secreta e ilegal” que discrimina sistemáticamente a las mujeres. Y el tiro de gracia impactó de lleno la semana pasada, en las tripas del centro financiero londinense.
Una periodista del Financial Times se hizo pasar por una de las promotoras en la Cena de los Presidentes, un banquete anual que recauda fondos para buenas causas entre el establishment empresarial, financiero y político británico, que un maestro de ceremonias definió acertadamente como “el evento más políticamente incorrecto del año”.
Los 360 invitados eran solo hombres y, para servirlos, se reclutó a 130 promotoras “altas, delgadas y bellas”, a las que se les exigió llevar ropa interior negra a juego con las minifaldas que se les proporcionaban. A las mujeres se les hizo firmar acuerdos de confidencialidad, se les prohibió llevar celular y se les ofreció reiteradamente alcohol.
El movimiento global contra el acoso y el sexismo, desatado tras el escándalo del productor cinematográfico Harvey Weinstein, sacudió los pilares de la vida pública británica. Que un diputado envíe a su asistenta a comprarle juguetes eróticos, o que, como ocurrió la semana pasada, altos ejecutivos de la City se diviertan manoseando a las promotoras habla de una persistente aceptación institucional del acoso y el sexismo.
El escándalo de la cena en que ejecutivos de la City se divertían al tocar a las jóvenes promotoras se suma a las denuncias de acoso en el Parlamento y al debate sobre la discriminación salarial.
Las promotoras, según la periodista infiltrada en la cena benéfica, eran acosadas y toqueteadas constantemente por algunos asistentes. Uno de ellos decidió mostrar su XXX a una chica, y otro invitó a una a terminarse la copa de champagne, arrancarse la bombacha y bailar encima de la mesa. Los premios de la subasta benéfica incluían un vale por una operación de cirugía estética para “añadir un poco de picante a su esposa”, un té con el gobernador del Banco de Inglaterra y una comida con el ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson.
De momento, el escándalo provocó el cierre de la organización benéfica, que montaba el evento desde hace 33 años; la dimisión de un funcionario del Ministerio de Educación que ostentaba la copresidencia de la organización, y un clamor para que el ministro de Infancia y Familia, Nadhim Zahawi, que acudió a la cena, haga lo propio. Dos hospitales infantiles devolvieron el dinero que recibieron de la subasta, y el gobierno anunció una revisión de las cláusulas de confidencialidad.
Hechos como el de la Cena de los Presidentes, denuncian los críticos, ponen de manifiesto la persistencia de una decadente cultura de club de caballeros que no ayuda a la paridad en los círculos del poder, por mucho que una mujer ostente el más alto cargo político del país, como es la primera ministra Theresa May.
“Pensaba que este tipo de actitud de cosificación de la mujer era algo del pasado”, dijo May tras el escándalo. “Lamentablemente, lo que muestra ese evento es que sigue habiendo mucho por hacer. Yo continuaré trabajando, como hice durante todo mi tiempo en la política, para que realmente podamos decir que las mujeres son respetadas, aceptadas y tratadas como iguales”, añadió.
Gracias al trabajo de la diputada laborista Harriet Harman, para abril próximo todas las empresas británicas con más de 250 empleados deberán hacer públicas sus diferencias salariales entre hombres y mujeres. Algunas lo hicieron ya -655 de un total de cerca de 9000- y el resultado no es excesivamente alentador. En la empresa financiera Virgin Money, por ejemplo, las mujeres cobran de media un 32,5% menos que los hombres; en la empresa de aviación EasyJet, un 51,7% menos. Los dos principales partidos, por su parte, aún no hicieron públicas sus cifras.
En 2018 se cumplen 100 años desde que las mujeres tienen derecho a voto y a presentarse a elecciones al Parlamento británico. En 2016 se cosechó una victoria que supo a derrota: el total de mujeres elegidas a lo largo de la historia para la Cámara de los Comunes llegó a 455. El mismo número de diputados varones que se sentaban en la Cámara solo en esa legislatura.”
*De La Nación del 27 de enero de 2018





Antropología: La desgracia de ser mujer en la era victoriana

Les dejo el link del artículo.
 Link

Contrato de laboral de las maestras de 1923,
Este es un acuerdo entre la señorita…………………………………………………….maestra, y el Consejo de Educación de la Escuela………………………………..por la cual la señorita ……………………………….acuerda impartir clases durante un período de ocho meses a partir del……………………… de septiembre de 1923. El Consejo de Educación acuerda pagar a la señorita……………………………………………… la cantidad de (*75) mensuales.
La señorita…………………………………………………………..acuerda:
1.- No casarse. Este contrato queda automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa.
2.- No andar en compañía de hombres.
3.- Estar en su casa entre las 8:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana a menos que sea para atender función escolar.
4.- No pasearse por heladerías del centro de la ciudad.
5.- No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del presidente del Consejo de Delegados.
6.- No fumar cigarrillos. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando.
7.- No beber cerveza, vino ni whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encuentra a la maestra bebiendo cerveza, vino y whisky.
8.- No viajar en coche o automóvil con ningún hombre excepto su hermano o su padre.
9.- No vestir ropas de colores brillantes.
10.- No teñirse el pelo.
11.- Usar al menos 2 enaguas.
12.- No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.
13.- Mantener limpia el aula:
a) Barrer el suelo al menos una vez al día.
b)Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente.
c)Limpiar la pizarra al menos una vez al día.
d)Encender el fuego a las 7:00, de modo que la habitación esté caliente a las 8:00 cuando lleguen los niños.
 14.- No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.
.

Lenguaje inclusivo.

Nena de santa Fe.
Juntes hay que jugar Canticuénticos. Carnavalito.

Articulo de opinión , España.

viernes, 6 de julio de 2018

Antropología. Taller de arte precolombino

Estuvimos trabajando con los alumnos de 4º A, el arte de los pueblos originarios y aprendieron la técnica del arte textil- que como decía en otra entrada- que es y fue tan importante en América. Trabajaron además con intervención de objetos de reciclado y la estampa de motivos de la cultura de La Aguada y Belén, del norte argentino. Estos son algunos de los trabajos:







Telar grupal


Les dejo dos links muy interesantes para que se informen sobre este arte milenario. Existe un museo , el CAAT (Centro Argentino de Arte Textil , Link:  CCAT) que se puede visitar personal y virtualmente. Les recomiendo la exposición de minitelares en los que ademas de hilo, lana y otros textiles se incluye el papel.
Y les dejo el link de una exposición que comienza mañana 05/07/2018 sobre el poncho en el Senado.
Muestra sobre el poncho
Espero que hayan aprendido  ( y se hayan divertido) y que me traigan las muestras- salvo que las quieran de recuerdo- para ver qué podemos confeccionar con ellas.

Antropología 4º . Textos de opinión.


“La brecha de género en materia laboral”*

8 mayo 2018

Agregar copete o síntesis del artículo. 

Uno de los objetivos esenciales del movimiento por la igualdad entre hombres y mujeres -lo que podemos denominar feminismo– es acabar con la brecha de género en el mercado laboral. O, siendo aún más precisos, con la brecha de género laboral, que afecta a las mujeres. Esta brecha se refiere en primer lugar al salario, pero incluye también otros aspectos importantes, como el mayor desempleo, la mayor temporalidad, el mayor trabajo a tiempo parcial (involuntario) o la mayor sobrecualificación (en relación con el puesto de trabajo) que soportan las trabajadoras.
Desde que en 1792 Mary Wollstonecraft abogara en su obra “Los Derechos de la Mujer” por los derechos fundamentales de las mujeres y particularmente por el derecho a la educación, el mundo ha cambiado mucho. Por ejemplo, en España, las mujeres menores de 50 años tienen ya un nivel educativo superior al de los hombres de su generación. Según el estudio de 2016 de Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) sobre la brecha de género en el mercado laboral español, el 67% de las mujeres de entre 20 y 50 años han completado la educación secundaria frente al 58% de los hombres. Por lo que se refiere a los estudios universitarios la “brecha educativa” a favor de ellas es del 43% frente al 36%. Y lo más significativo es que la brecha se ensancha en las generaciones más jóvenes: hasta 13 puntos en educación universitaria y 12 en secundaria. La repetición de cursos o su secuela, el abandono escolar temprano es, sobre todo, cosa de hombres.
Lo interesante es que este tipo de estudios también muestra que la brecha laboral de género, y muy en particular la brecha salarial de género, no existe prácticamente antes de la maternidad. Y decimos maternidad porque tener hijos no supone coste profesional alguno para los padres. Es un problema de las madres que además se prolonga a lo largo de toda su vida profesional. De ahí que las políticas tendientes a la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad, siendo desde luego muy deseables, tengan un impacto relativamente pequeño para resolver esta situación en comparación con otras medidas como la extensión de la educación infantil para menores de 3 años o el cheque bebé. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) considera en un informe de 2016 que si no se actúa sobre esta situación ahora, la brecha salarial de género puede tardar más de 70 años en cerrarse. Es demasiado tiempo.
Lógicamente, esta brecha de género está muy relacionada con el papel de las mujeres en el entorno familiar. Las mujeres, en nuestra sociedad, son las cuidadoras por antonomasia. En España, las mujeres todavía viven en un tipo de familia más tradicional que en otros países de la UE: las parejas con hijos siguen siendo el tipo de familia más numeroso (el 30,38% de los hogares) seguidas de cerca por las parejas sin hijos (el 29,89% ). La diferencia entre el tiempo que ellas y ellos dedican a las tareas domésticas, en particular en familias con hijos, es muy relevante: más de 2 horas al día. Es difícil que no tenga un impacto directo sobre el mercado laboral. Dicho de otra forma, los empleadores esperan que sean las mujeres las que se dediquen a estas tareas y actúan en consecuencia, bien adoptando la figura del empresario paternalista que no quiere sobrecargar a las madres con tareas y responsabilidades o bien la del empresario hostil que prefiere no tener madres trabajadoras. Lo interesante es que, en ambos casos, las consecuencias son igualmente desfavorables: las madres tienen menos posibilidades de ser contratadas y de alcanzar promociones profesionales o salariales. El carril para madres no lleva muy lejos profesionalmente. La evidencia está ahí: según el estudio de FEDEA casi el 70% de las horas dedicadas al trabajo doméstico no remunerado en España lo realizan ellas.
Ocurre también que las mujeres nos hemos incorporado masivamente al mercado laboral en relativamente poco tiempo. Si en 1985 trabajaba fuera del hogar el 35% de las mujeres en edad de hacerlo ahora es el 68%, por encima de la media europea. En muchas profesiones ya son mayoría. Por ejemplo, el 62% de los candidatos que se acaban de examinar del MIR son mujeres [El examen MIR es una prueba de evaluación para acceder a la formación de especialistas médicos en España].

¿Pero es un problema social o privado? ¿No es mejor dejar a individuos y parejas que se organicen y alcancen los equilibrios que tengan por oportuno? A mi juicio la contestación es clara: No es un problema privado que tienen que solucionar las mujeres con sus parejas. Es un problema social de primera magnitud. Las mujeres jóvenes han recibido igual o mejor educación que sus compañeros y tienen las mismas aspiraciones profesionales. Quizás la novedad es que ya son plenamente conscientes de que no hay ninguna razón para conformarse con esta situación. No es justo que el coste profesional y personal de tener hijos lo soporten sólo las mujeres, al menos mientras la sociedad considere que tener hijos es deseable para el futuro de un país.
Pero hay más; estamos ante un problema social no solo por el problema demográfico que supone que muchas mujeres renuncien a la maternidad por su elevado coste sino también porque se trata de una cuestión de justicia y de igualdad de oportunidades. Y[también constituye][…] un problema económico: no nos podemos permitir en sociedades tan competitivas como las nuestras desperdiciar el talento de la mitad de la población. No sólo eso: hay más ventajas de la incorporación de las mujeres a los procesos de toma de decisiones o a los denominados “grupos dominantes”. Como explica la historiadora Mary Beard en su ensayo “Mujeres y Poder” lo que nos estamos perdiendo es una forma distinta de entender el poder más adecuada a la modernidad: un poder entendido menos como liderazgo y como posesión que lleva aparejado un reconocimiento social y más como atributo, como colaboración y como herramienta para cambiar el mundo.
Lo que está claro en todo caso, es que hay que ensayar cuanto antes nuevas políticas. El diagnóstico ya está hecho pero, como sucede con cualquier problema complejo no hay soluciones sencillas. No es fácil encontrar la fórmula mágica que permita a las mujeres tenerlo todo, es decir, tener lo mismo que los hombres con hijos. Son imprescindibles muchas medidas, incluidas las citadas, permisos de paternidad y maternidad equiparables y largos, educación infantil, flexibilidad de horarios, ayudas por hijos, transparencia en las retribuciones… Y a largo plazo la educación es esencial. Pero a corto plazo hay que hacer más: algunas o todas estas medidas ya existen en muchos países y no parece que la situación laboral de las mujeres haya mejorado sustancialmente. Es más, las políticas orientadas a las mujeres con hijos -por ejemplo reducciones de jornada o contratos a tiempo parcial- pueden empeorar su situación profesional. Puede ser más razonable poner en marcha medidas que supongan equiparar el coste que tiene para el empleador contratar a padres y madres.
Por último, debemos hablar del famoso techo de cristal que afecta a las mujeres trabajadoras y que como bien resume la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie en su ensayo “Todos Deberíamos ser Feministas” consiste en que cuanto más arriba, menos mujeres, incluso en sectores donde son mayoría. Pensemos -sólo en el sector público- en el número de juezas en relación con el número de magistradas del Tribunal Supremo, el de médicas en relación con el de gerentes de hospitales o el de profesoras en relación con catedráticos o rectores.
Así las cosas, quizás va siendo hora de arriesgar un poco. En mi opinión, una de las medidas más razonables es tratar de introducir cambios en los sesgos inconscientes de los denominados grupos dominantes. La psicología lleva tiempo explicando que nuestras conductas son sistemática y predeciblemente mucho más irracionales de lo que pensamos, siendo los sesgos cognitivos una prueba del pensamiento automático y rápido que sustituye al más lento y racional. Son esos sesgos los que explican -en un famoso experimento realizado entre estudiantes de una prestigiosa universidad americana- que la misma persona sea evaluada de forma mucho más negativa si se le pone un nombre femenino que si lleva un nombre masculino. O que algunas orquestas solo empezaran a contratar mujeres cuando los examinadores desconocían si el músico al que escuchaban detrás de una cortina era hombre o mujer. La razón de esta discriminación se fundamenta en que los seres humanos valoramos sistemáticamente mejor a los miembros de un grupo dominante que a los que no lo son. Y, hoy por hoy, el grupo dominante es de hombres.
Efectivamente, mientras que a los miembros del grupo dominante se les evalúa por su potencial a los que no forman parte del grupo se les evalúa por sus logros. Mientras que a los primeros se les atribuyen fácilmente todo tipo de éxitos, propios y ajenos, a los segundos se les regatean, atribuyéndose a cualquier factor externo antes que a sus capacidades. Dicho de otra forma, el buen hacer de las mujeres es sistemáticamente subestimado mientras que el de los hombres es sistemáticamente sobrevalorado. Y lo más interesante es que los miembros de uno y otro grupo también reaccionan así. Por eso no es casualidad que ellas suelan ser más autoexigentes: saben que tienen que demostrar su valía.
¿Cómo cambiar estos sesgos? La fórmula más sencilla es cambiar la composición del grupo dominante. Una forma rápida es con la imposición transitoria y transparente de cuotas de género en los órganos de gobierno de empresas e instituciones. El ejemplo de Italia, Noruega, Francia o Alemania marca el camino. Se trata de incorporar talento femenino que de otra forma no va a alcanzar estas posiciones de poder. Y de paso, aportar no sólo mayor diversidad sino también mayor profesionalidad, formación y juventud a muchos consejos. No parece que como sociedad haya nada que perder y sí mucho que ganar. En el peor de los casos, tendremos mujeres corrientes en lugar de hombres corrientes. En el mejor, tendremos mujeres valiosas en lugar de hombres corrientes. Y lo más importante: tendremos una sociedad más justa y mejor. Por eso todos, hombres y mujeres, deberíamos ser feministas.

*Artículo  “Feminismo en el Siglo XXI”, de Elisa de la Nuez. Diario El Mundo (España), del 7 de marzo de 2018.
Elisa de la Nuez es coeditora de ¿Hay derecho? y miembro del consejo editorial de EL MUNDO.

Algunas preguntas para trabajar con los alumnos en trabajos prácticos referidos a la brecha de género laboral…
¿Qué problemas incluye la llamada “brecha de género en el mercado laboral”?
¿Esos mismos problemas que el artículo describe para España, lo son también para la Argentina? Para esta pregunta, sugerimos reflexionar con los alumnos sobre la realidad laboral concreta de sus referentes familiares o afines.
¿En qué consiste propiamente el problema de la “sobrecalificación” de las mujeres y por qué significa una discriminación hacia ellas? La idea aquí es destacar la inequidad de que con mayor formación, ellas alcanzan puestos menores.
¿Por qué la maternidad es “un problema” para la carrera laboral y profesional de las mujeres?
¿Por qué las políticas de igualación para hombres y mujeres de los permisos o licencias por nacimiento no son una medida del todo eficaz?
¿Qué políticas laborales serían más eficaces entonces para neutralizar las consecuencias de la maternidad en relación con el trabajo? En este punto, nos parece interesante reflexionar sobre qué del fenómeno de la maternidad es divisible entre hombres y mujeres. Seguramente esto nos permitirá discernir medidas que tiendan a compartir las obligaciones inherentes a la crianza de los hijos, de otras que tiendan a quitar el efecto perjudicial de ciertos aspectos de la maternidad que recaen necesariamente sobre la mujer, como el hecho biológico del embarazo y también del parto o la lactancia materna. Esto requiere de creatividad, imaginación del empleador y leyes modernas para pensar soluciones. Un buen ejercicio práctico para los profesores es inducir a los alumnos (ellas y ellos) a imaginar soluciones posibles para equiparar los costos laborales de la maternidad y paternidad, para que no haya discriminación a favor de los hombres y en contra de las mujeres.
Volviendo a la igualación de las licencias por maternidad y paternidad, ¿creen que en la Argentina hay verdadera conciencia de su razón de ser? Es decir, ¿para qué piensan los hombres que la ley les concedería una licencia mayor?, ¿entienden que lo es para compartir con la madre la responsabilidad del cuidado del recién nacido -apréciese que nos estamos hablando del mero “dar una mano” o “ayudar”- ?¿Por qué la verdadera solución de fondo es una modificación sustancial en la concepción social sobre la estereotipada asignación de tareas en la familia?, ¿se nota algún nuevo acuerdo sobre este punto de compartir las obligaciones domésticas y la crianza en las parejas más jóvenes, por ejemplo?, ¿Hay o no diferencias entre las distintas clases sociales con respecto a este tema?¿Qué fenómeno describe la autora cuando refiere al “sesgo en favor de los grupos dominantes” y por qué ese fenómeno es perjudicial hacia las mujeres?
La propuesta de considerar los currículums sin indicación de sexo, ¿es una medida eficaz para sortear ese sesgo inconsciente que se ha comprobado que existe en favor de los grupos dominantes?





















































miércoles, 4 de julio de 2018

Antropología. Anticoncepción


Anticoncepción, ¿cosa de mujeres?

Agregar copete:


22 mayo 2018
“El papel de los varones en la anticoncepción es prácticamente nulo”, afirma Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), y agrega: “Es una responsabilidad que en la Argentina pareciera estar reservada a las mujeres”. Bianco no se refiere en esta caso a la tradicional reticencia del varón argentino a recurrir al preservativo, sino a los métodos anticonceptivos denominados permanentes y, más precisamente, a su uso en el contexto de parejas que por distintas razones deciden dar por cerrada la búsqueda de un hijo.
[Un tema preocupante en esta problemática y que el autor del artículo (seguramente por ser hombre) soslaya rápidamente es que de todos los métodos anticonceptivos disponibles en la actualidad y que no sean invasivos como la vasectomía y la ligadura de trompas, el preservativo es el más seguro, el más barato y justamente el más despreciado por los hombres al momento de elegir un sistema de anticoncepción. Además de que su uso es visible y por lo tanto consensuado entre ambos, y del cual no puede haber olvidos femeninos, como el caso de recordar todos los días de tomar una pastilla anticonceptiva que además trabaja  y regula o “desregula” el sistema hormonal femenino con todas las consecuencias conocidas o aún no investigadas sobre la salud de la mujer. Todo esto remite a un tema fundamental: la responsabilidad por el acto a realizar y la consecuente prevención es una tarea de a dos, en la que el hombre tiene la responsabilidad asumida de cuidarse él y de cuidar a su pareja. El cuidado del otro no es un atributo solamente femenino.]
Pero todos los métodos anticonceptivos más utilizados y recomendados , ya sea la operación de ligadura, el DIU o las píldoras anticonceptivas son aquellos en que las mujeres deben poner su cuerpo., y todos ellos traen consecuencias para el cuerpo de la mujer porque no son inocuos, son netamente invasivos y ponen en riesgo algunos aspectos de la salud de las usuarias. Pero aún así siguen siendo los más usados.
Este cuadro que acá pintamos revela la despreocupación,  la ignorancia o la profunda concepción cultural y machista que maneja la sociedad argentina en general, sin distinción ni de clases, ni de nivel socioeconómico, ni educativo. Las consecuencias de utilizar métodos no seguros quedan así en manos de uno solo de los miembros de la pareja,  que por ende resultará en su momento la “responsable” de no haber actuado correctamente. Y a quien nuestra sociedad hace llevar toda la carga de un embarazo no deseado.
Queda bien en claro, entonces la responsabilidad que tenemos los educadores dentro de la formación de las generaciones que nos sucederán en temas que necesitan de la defensa de los derechos tanto de las mujeres como la de los hombres. Asumir responsabilidades es la contrapartida de tener los derechos].
[Compartimos con el autor la necesidad de destacar que el tema del artículo no implica soslayar la importancia del preservativo como principal dispositivo no solamente anticonceptivo, sino además preventivo del contagio de las enfermedades de transmisión sexual. Sugerimos por otro lado, tener en cuenta nuestra publicación anterior “La brecha de género en materia laboral“, en la parte en que refiere a la planificación familiar y los acuerdos de pareja como solución de fondo a la discriminación de la mujer en el mundo del trabajo.]
Las cifras al respecto son elocuentes: en 2016 se realizaron en establecimientos públicos solo 97 vasectomías contra 12.976 ligaduras de trompas de Falopio (o ligaduras tubarias), según refieren las estadísticas del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable de la Argentina. Los números locales contrastan con los de otros países como España, por ejemplo, donde la proporción de las intervenciones quirúrgicas de anticoncepción que se realizan en el varón es cada vez mayor. Actualmente, según la Sociedad Española de Anticoncepción, las vasectomías representan el 54% de esas intervenciones en España (contra un 46% de ligaduras tubarias). Solo en los Estados Unidos, más de 500.000 varones recurren a este método anticonceptivo permanente cada año.

“En la Argentina, uno de los motivos por el cual encontramos una ínfima proporción de vasectomías es cultural”, comentó Santiago Brugo Olmedo, especialista en medicina reproductiva y director médico de Seremas. “Tradicionalmente, la carga de la anticoncepción está puesta en la mujer, dejando en evidencia una mirada profundamente machista del tema. Esta diferencia de género se da también en la elección del método contraceptivo, escogiendo la manera más compleja en lugar de la más sencilla, por un motivo sexista”, agregó el especialista que advirtió que entre la vasectomía y la ligadura de trompas existen notorias diferencias en cuanto a la complejidad de los procedimientos.
Similitudes y diferencias
La vasectomía y la ligadura de trompas comparten no solo el hecho de ser métodos anticonceptivos con una tasa de efectividad superior al 99%, sino que en la Argentina ambos procedimientos deben ser realizados en forma gratuita a toda persona mayor de 18 años que lo solicite, según lo establece la ley nacional N° 26.130 de contracepción quirúrgica, sancionada en 2006.
La diferencia, en todo caso, radica en el grado de complejidad de los procedimientos. “Mientras que la ligadura se realiza dentro del abdomen de la mujer, para lo cual el cirujano debe hacer una laparoscopía, la vasectomía es una intervención prácticamente superficial, que no requiere más una pequeña incisión en el escroto y que se puede hacer con anestesia local”, explicó Brugo Olmedo.
[Aquí aparece claramente el hecho de que a igualdad de resultados, se sigue perjudicando a la mujer, que es a quien se expone a una intervención todavía más invasiva que la del hombre. ¿Será que así como la procreación y la crianza son vistas como una responsabilidad eminentemente femenina, también lo es la decisión de no tener hijos? Creemos que es un punto sumamente interesante para trabajar con los alumnos]
El problema, señaló Bianco, “es que a la falta de percepción del derecho reproductivo del varón en la Argentina, que pone en la mujer el cuidado de la reproducción, se suma al desconocimiento de lo que es una vasectomía por parte de los varones y a los mitos que hay en torno a este procedimiento”. La lista de estos mitos incluye desde una supuesta modificación del aspecto genital hasta la pérdida de potencia sexual como resultados de la vasectomía, todas creencias populares sin fundamento científico.
“Al realizar una vasectomía, el volumen del semen no sufre ningún cambio y tampoco hay problemas sexuales, porque la intervención no afecta ni la erección ni el deseo sexual”, explicó Brugo Olmedo, que recordó que la vasectomía “tampoco disminuye el riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual”, por lo que sigue siendo necesario para ello el uso de preservativo.
Otro aspecto que comparten las vasectomías con las ligaduras de trompas es que se trata de procedimientos en los que es muy difícil su reversión quirúrgica, pero en los que tanto varones como mujeres pueden -si lo desean, lo que es habitual cuando forman nuevas parejas- recuperar la capacidad de concebir con sus propios espermatozoides y óvulos (respectivamente) mediante tratamientos de fertilización asistida.
El desconocimiento al respecto es hoy la barrera, concluyó Bianco: “Es lógico que sea muy pequeño el número de hombres que eligen realizarse una vasectomía en la Argentina, si nadie habla de ello, ni el Gobierno ni las distintas organizaciones que trabajan en el tema”.
[A este respecto, ¿hay suficientes mujeres en el sistema de salud para atender con mirada femenina el acompañamiento de mujeres y parejas en un aspecto tan importante de la salud personal y de pareja?]
*Artículo “Anticoncepción, ¿cosa de mujeres?”, de Sebastián A. Ríos. Diario La Nación (Argentina), del sábado 12 de mayo de 2018. Las cursivas entre corchetes son nuestras.




Antropología. Artículos de opinión sobre estereotipos et al

Les dejo copia de los dos artículos que leímos hasta ahora. Vayan releyéndolos porque cuando volvamos de las vacaciones van a tener una evaluación escrita sobre ellos.
El primero que publico tiene el copete; al segundo , tienen que agregárselo UDS.


Bañxs de Damxs y Caballerxs
La igualdad entre el hombre y la mujer no debe significar nuevas violencias

Tiempo atrás, la prensa nacional reprodujo el caso de los baños “sin distinción de género” de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UBA: espacios unisex donde conviven sin separaciones mingitorios expuestos y cubículos con inodoros. La cosa nos motivó a reflexionar sobre la versión argentina de ciertos fenómenos globales, en este caso, el de los baños mixtos; y sobre cómo detrás de una aparente evolución puede haber en realidad diversas formas de violencia que nos devuelven otra vez al principio (o bastante cerca del principio).
Cada vez en más lugares del mundo se ve que los baños no tienen indicación de género. Esto surgió sobre todo para evitar la discriminación que esa taxonomía podía significar para personas que no se definen a sí mismas según la clasificación tradicional de “hombres” y “mujeres”.
Entonces, o a un mismo cuarto de baño cerrado podemos acceder a nuestro turno, tanto hombres como mujeres; o igual con una hilera de cubículos, también cerrados, que comparten por lo general la zona común del lavabo y los espejos. Hasta aquí, ningún problema y avanzamos en inclusión y respeto a las diferencia.
La propuesta de la FADU es más radical, porque como se ve en las fotos que ilustran estas reflexiones, se trata de baños con urinarios expuestos, que pueden usar todas las personas al mismo tiempo.
¿Significa esto una auténtica inclusión y la superación de prejuicios atávicos sin fundamento? Creemos que no.
El punto en este debate no es ya el género o el sexo de quienes entran al baño, sino su privacidad.
¿Por qué perder intimidad significaría ganar en inclusión?, porque si analizamos finamente, esa sería en definitiva la propuesta, aunque sus autores no se la hayan planteado de ese modo. Y los autores  son nada más y nada menos que los responsables de la Unidad de Género de una facultad dedicada a la construcción y a la funcionalidad humana de lo que se construye. Acaso, ¿no deberían  habérselo planteado?
La intimidad es un derecho de las personas, como seres humanos, antes de cualquier consideración de género.
Si extremamos el argumento para que se vea más claro, ¿qué diferencia hay entre un baño para todos juntos al mismo tiempo y la ausencia de baños? Total, a falta de intimidad da lo mismo cualquier lado y frente a cualquiera…
Por lo demás, pensar que el amontonamiento borra de un plumazo las diferencias, es un modo precario de encarar el asunto, y en ningún caso significa resolverlo. Las diferencias existen, y el desafío es vivirlas naturalmente, sin construir sobre su excusa divisiones artificiales que promuevan sometimientos.
¿No es esencialmente violento empujar a los hombres a orinar a la vista de las mujeres, o a las mujeres a ver a los hombres orinar?
Clarín, que hizo su propio relevamiento sobre la utilización del nuevo espacio para sus crónicas sobre el tema, detectó que “mientras 30 varones fueron al baño exclusivo para ellos, 7 fueron al que no distingue géneros. En el mismo lapso, 48 mujeres fueron a su baño exclusivo y diez usaron el recientemente implementado”. Sorprende que casi no hay diferencias entre hombres y mujeres sobre el punto: solamente el 19% de ellos y el 17% de ellas optaron por la novedad. No pensamos que sea nada más que por “falta de costumbre”.
Queda todavía una cosa más, circunstancial pero importante: en una sociedad aún enferma de violencia de género como la nuestra, ¿podemos pensar que las mujeres estén más seguras en baños como los de la FADU? El precio de la inclusión sería ya no solo la exposición, también la vulnerabilidad.
La cuestión de los baños y los géneros viene, decíamos al comienzo, dando que hablar en todo el mundo. En Ámsterdam, por ejemplo, una joven fue multada por usar un baño público para hombres.
Hay un detalle: en esa ciudad holandesa hay 35 baños públicos para hombres y solamente 4 para mujeres. ¿No es otra forma de violencia?
Holanda es marca de vanguardia y a veces la vanguardia no es lineal, ni pura evolución, como decíamos al principio sobre la Argentina y la FADU: a juzgar por las fotos que compartimos de los urinarios públicos de Ámsterdam, ¿no sería mejor más cubículos unisex?
Nos parece que propondrían una solución menos violenta: porque no forzaría a las mujeres en relación con los hombres en cuanto al número de baños disponibles; porque atendería mejor su mayor necesidad fisiológica de utilizarlos, porque evitaría injusticias como las de este caso: una multa por el atajo a un servicio que no se presta; y porque, por supuesto, permitiría que cada quien atienda sus necesidades en privacidad sin la doble violencia que se impone al que debe ser visto y al que debe ver.
El cubículo es una obra de ingeniería para ser escondido, ¡justamente cuando nadie lo está usando!

*”La intimidad compartida. Crece la tendencia de los baños unisex en bares, empresas y universidades”, por Julieta Roffo, para Clarín del 2 de septiembre de 2017.
*Fotos de Lucia Merle (FADU) y http://tengasepresente.blogspot.com.ar y https://www.nopuedocreer.com (Ámsterdam)
*”Urinarios para todos en las calles de Ámsterdam”, por Isabel Ferrer, para El País del 27 de septiembre de 2017
La agenda de género en el mundo: el capítulo británico
19 febrero 2018

 Recuerden que pueden entrar a ver las fotos en el link que aparece en el artículo