Lo que es moda ¿no incomoda?
24 noviembre
2017
Esta vez
compartimos un artículo de revista sobre el bienestar (wellness , en inglés),
la nueva movida “cool” patrocinada (y protagonizada) por la actriz
norteamericana Gwyneth Paltrow (sí, la de Iron Man, Shakespeare Enamorado y
Emma, entre otras). En ella se explica bien el corazón de esta tendencia que
hace furor en los Estados Unidos: el aparente culto al bienestar y el
empoderamiento de las mujeres.
Elegimos esta
nota porque refleja con claridad un tema
que seguimos desde el principio en esta sección de Educación y Género: la contradicción entre
las “novedades”, que muchas veces parecen introducir (o prometer) cambios
profundos, y los estereotipos ya antiguos y conservadores en los que abrevan; contradicción que a su
vez retroalimenta el statu quo que aparentan superar. (Véase como otro ejemplo
nuestra nota de Las Medidas de Miss Perú).
En este caso,
que proponemos usar como ejemplo de tantos otros, es indiscutible que tenemos
un cambio en las formas; pero ¿tenemos el mismo cambio en el nivel del
paradigma o lo es con los valores y las
ideas subyacentes?
La respuesta es no.
El estereotipo
dominante es el de siempre: las mujeres deben esforzarse para entrar en el
prototipo de belleza socialmente validado, que está básicamente definido en
función de la delgadez y de la eterna juventud.
La novedad del
wellness se limita a pasarlo menos mal en la búsqueda de lo mismo.
Ya habíamos
visto algo de esto en nuestro análisis sobre la publicidad de
electrodomésticos: en general, la mujer sigue en su rol, pero ahora lo cumple
sonriente, sin derecho a quejarse o a estar cansada.
Apostamos a que
docentes y alumnos entrenemos la mirada, para estar atentos a este tipo de
contradicciones. Por eso proponemos una serie de interrogantes que podrían
orientar la lectura del artículo:
En primer
lugar, ¿ha cambiado realmente en la sociedad la idea sobre la belleza
femenina?, porque si no es así, es probable que la industria de la belleza,
devenida ahora en “industria del bienestar”, nos esté dando lo que le seguimos
demandando: lo que sea necesario para adelgazar y estar “bellas-para-otros”.
Otra cosa, si
efectivamente estuviese despuntando un cambio profundo, explicitado por ejemplo
en el repudio a las dietas mencionado en el artículo, la respuesta del
wellness, lejos de potenciar ese cambio, ¿no lo obtura y debilita? ¿No seria el
wellness en ese caso algo completamente conservador y hasta reaccionario?.
En ese mismo
escenario de un cambio real en ciernes, ¿no será que las empresas se disfrazan
de otra cosa para no ser repudiadas, no perder legitimidad y seguir vendiendo?
Ya nos hicimos esta pregunta en nuestro artículo sobre Miss Perú.
En fin, la
propuesta de hacer disfrutando lo que antes se hacía sufriendo no es bastante.
No se trata de cómo, que puede ser más o menos llevadero, se trata de qué ,
para qué y para quién.
Gwyneth
Paltrow, gurú de la nueva vida sana
“Era una escena
perfecta de cómo son los Hamptons( balneario de lujo en el estado de Nueva
York) de los jóvenes cancheros en las
revistas. Invitada por una amiga bohemia que vive en una isla y su grupo de
íntimas con largas túnicas de vírgenes vestales y pelo al viento, llegamos en
un pequeño barco al restaurante de moda sobre las rocas en Montauk. Allí nos
sentaron a comer langosta recién pescada en una mesita de madera desvencijada
con servilletas de papel. Todo tremendamente chic, con mozos en camiseta
agujereada y gorra de béisbol, pero franceses y ultraprofesionales. A un lado
teníamos hispters foodies que Instagrameaban cada bocado. Al otro se encontraba
Gwyneth Paltrow y su entorno actuando de gente normal ligeramente aburrida.
El sol se ponía
en el horizonte y el único sonido era el clic de los paparazzi en la distancia.
Era como ser parte de un mundo a la vez decontracté y tremendamente cool. Y
entonces se acabó. Rompiendo con la regla cardinal de todo newyorkino de
siempre ignorar a las celebridades, una de las vírgenes vestales se dio vuelta,
abordó a Gwynny y se le instaló a charlar con entusiasmo.
El resto no
pudo ocultar su espanto. Pero nuestra compañera de mesa lo justificó diciendo
que no le había preguntado a Paltrow sobre su carrera como actriz ni nada
personal. Solamente se había explayado -largamente- sobre cómo, con el método
de una profesora de gimnasia/gurú del wellness de la cual Paltrow es la cara
oficial y principal inversionista, a ella le había cambiado la vida
Resulta que
gracias al método de dicha profesora, nuestra amiga había perdido todo el peso
de su último embarazo y entrado en una bikini (de algodón orgánico) justo a
tiempo para el verano. Pero con Gwyneth no había intercambiado ni una palabra
sobre “dietas” ni “ejercicio” ni “entrar en la bikini” (sin abandonar la cara
de espanto, todas habíamos escuchamos atentamente la conversación). El
intercambio fue, en cambio, sobre espiritualidad, encontrarse a uno mismo,
sanarse, limpiar el interior, la unión con la naturaleza, que lo esencial es
invisible a los ojos y demás.
Es,
exactamente, lo que está pasando en todos los lugares de los Estados Unidos que
son punta de lanza de las tendencias. Porque, de pronto, decir que se está o
estuvo a dieta, que se quiere ser flaco, y que se está haciendo ejercicio para
lograrlo se volvió políticamente incorrecto a ultranza. Antifeminista. Del
Paleolítico (aunque no en el sentido del régimen alimenticio de moda). Puede
ser que, para muchas mujeres, entrar en la bikini siga siendo el objetivo
ulterior, pero reconocerlo no es sólo demodé, sino que refleja superficialidad
y falta de aceptación de cómo es uno, pecados capitales para los millennials
que se extendieron a todas las generaciones. La prueba más contundente
probablemente sean las revistas, en las cuales ya casi nunca se habla de la
dieta X para bajar X kilos, sino que todo está parafraseado de tal manera que
se vincula con la búsqueda de un bienestar superior y no se mencionan los
rollitos. Lo mismo ocurre con los productos más populares para bajar de peso,
que se venden aclarando que son para algo mucho más espiritual que amigarse con
la balanza. Y algo similar llega a buena parte del rubro de cosmética y belleza
también.
La gran gurú de
toda esta movida es, sin dudas, Gwyneth Paltrow. Su sitio web dedicado al
wellness, Goop, es leído mensualmente por casi dos millones de personas de una
edad promedio de 34 años y un ingreso familiar por encima de 100.000 dólares,
el grupo soñado para la publicidad.
Ahora se
redobla la apuesta. Goop anunció que unía fuerzas con Condé Nast, que publica
Vogue, Vanity Fair y The New Yorker entre otras revistas poderosas, para sacar
una publicación muy glamorosa en papel que saldrá cuatro veces a partir de este
mes y que se está anunciando con bombos y platillos (zen, por supuesto). Ya se
adelantó la tapa, que lleva a Paltrow desnuda en el barro, y parte del
contenido, como un tratamiento con veneno de abejas para el cual se usa el
avispón del animal mismo como aguja de acupuntura.
Por supuesto
que la controversia está desatada. Pero hay muchos que están especialmente
esperando a ver qué dice la revista sobre nuevas formas de bajar de peso
(aunque usando un lenguaje más sutil) para probar cómo, una vez más, se busca
lo mismo que siempre, sólo que escondido detrás de una genérica búsqueda de
bienestar.
“Pérdida de
peso es un concepto que, de alguna manera, terminó fuera de lo aceptable. La
gente no quiere tener nada que ver con él. Sólo que sí lo desea. Quiere estar
más flaca. Quiere estar menos gorda. ¡No es que haya nada malo en ser gordo!
Sólo quieren que se llame el estar a dieta de alguna otra forma”, escribió
Julianne Escobedo Shepherd, especialista en mujeres y cultura popular de la
Universidad de Nueva York.
“Lo que pasa es
que estamos viviendo una diet fatigue (fatiga de dietas), y entonces se busca
que las americanas pierdan peso a través de la neurosis”, explicó en diálogo
con La Nación revista Alex Kuzcinski, autora de Beauty Junkies, libro que
explora los extremos a los que se llega en la búsqueda de la belleza.
Por supuesto
que hay un gran debate de fondo sobre las dietas y la salud, cuándo son
necesarias e incluso vitales (o no), con médicos e investigadores tomando
posiciones con sustento científico detrás. Pero puramente a nivel de las formas
-aunque es un nivel de las formas que mueve millones-, los medios están
señalando que la gran tendencia del wellness se convirtió demasiadas veces en
una búsqueda por conformar al ideal convencional de belleza femenina sólo que
disfrazado de empoderización de la mujer, y del cuidarse a una misma.
“Los americanos
tienen que convertir a la comida y el ejercicio en un fetiche con un esquema de
cierto interés para manejarlo. Si sos alérgica al gluten e intolerante a la
lactosa y decidís volverte vegana como está de moda, de hecho lo que estás
haciendo es simplemente eliminar varios grupos de alimentos y ¡bingo! Perdiste
peso como cuando hacés una dieta y simplemente estás ingiriendo muy poca comida
-ejemplifica Kuczinski-. Pero es un poco masoquista”.
Kuczinski
cuenta que, como parte de una investigación, fue a ver al doctor de moda que la
gurú de Paltrow recomienda como complemento a su ejercicio. “Te pincha más de
80 veces, toma muestras de orina, sangre, ADN, excrementos, etcétera, y te dice
qué deberías o no comer. En mi caso, me sacó una lista de alimentos que eran
básicamente mi ingesta diaria (granos, queso, almendras, tomates, huevos,
pollo, gluten, ensaladas verdes, arándanos). Como tenía algún tipo de
sensibilidad a esos alimentos, me dio unos polvos medicinales para reemplazarlos.
Perdí más de 5 kilos en un mes. Fue terrible. Pero su ejército de mujeres
neoyorquinas ultradelgadas lo adoran. Viven en base a sus polvos y las
inyecciones semanales de vitaminas”, señala.
Manicuría y meditación
Los grandes
santuarios, justamente, de este grupo demográfico no podían entonces quedarse
atrás. La prueba más evidente es Saks Fith Avenue, la tradicional tienda
departamental que es sinónimo de lujo en la Gran Manzana. Al piso donde antes
estaba Burberry y una línea de Armani ahora se armó The Wellery, una especie de
bazar dedicado a todo lo último en la búsqueda de bienestar, que básicamente
significa una mezcla de productos de última generación para el fitness
combinados con remedios New Age.
The Wellery
ofrece quioscos que venden jugo de palta y tratamientos futurísticos para
esculpir el cuerpo. Hay cabinas de vidrio de cuerpo entero donde se inhalan
sales terapéuticas entre luces psicodélicas, clases de gimnasia alternativa y
tratamientos veganos de manicuría que prometen “ayudar con la memoria, la
capacidad de enfoque, aumentar la autoestima y el bienestar general”. Y hay una
meditación guiada mientras te cambian el esmalte.
Según el
presidente de Saks, , “al wellness lo estamos llamando el nuevo lujo. Solía ser
sinónimo de pieles y cueros. Ahora la gente sólo quiere sentirse mejor”. Y es
todo maravilloso y positivo, pero, de vuelta, aunque no se usa en esas
palabras, lo que allí se ofrece no es para combatir arrugas, sino para. estar
más delgada.
El turismo es
otra de las industrias que sumó a la tendencia. La gran moda del momento es lo
que Kucinski llama starvecations, o vacaciones de hambre. Se trata de dejar la
Gran Manzana por lugares bucólicos cuyos nombres suelen hacer referencia a
algún tipo de retiro espirital oriental. “Trepás montañas todo el día y después
te dan una almendra, me explica una rubia del Upper East Side que, con sus
amigas del circuito de los grandes bailes de caridad, es habitué. Pero te
encontrás con todo el mundo, sobre todo después de las fiestas, cuando se come
de más, y es al nivel de lujo de una vacación en un destino norteamericano
privilegiado.” El mismo concepto aspiracional se repite, también, en otros
presupuestos.
Claro que no
hay nada de particularmente nuevo en la idea de base. Pero “me voy a una
clínica cara a bajar de peso” hoy suena tanto peor que decir “me voy al ashram
a desintoxicarme física y espiritualmente”. Y los tradicionalmente llamados fat
farms de los estadounidenses (o “granja de gordos” como se solían denominar a
los centros para dieta con alojamiento en el medio del campo lejos de las
tentaciones), fueron en muchos casos rebautizados fit farms. Una granja para
ponerse en forma, que sugiere que uno se acepta como es, pero que busca ser una
versión más poderosa de sí misma.
La tendencia
llegó a tal extremo que The New York Times la llevó en la tapa de su revista
dominical y fue una de las notas que marcaron el fin de este verano boreal.
Relataba ejemplos como el de Weight Watchers, el decano de los métodos para
bajar de peso, que se dio cuenta en 2015 de que tenía un problema de imagen y
de a poco fue cambiando su mensaje. Eventualmente logró un branding basado en
el girl power tan popular en los últimos años. Contrató a Oprah Winfrey, el
emblema de ese tipo de actitud, como su vocera, y le dio un giro mucho más
positivo a su típico lenguaje, que ahora parece destinado a avergonzar por el
cuerpo.
Muchos, claro,
empiezan a no estar convencidos, entre otras cosas porque en todo lo que tiene
que ver con el cuerpo, suelen ser las mujeres las exponencialmente más
afectadas. “Es la misma basura en un envase más bonito”, sentenció Escobedo
Shepherd en su análisis para Jezebel, la revista online de temas femeninos.
Peor aún, señaló que ahora volvió a ser aceptable criticar el cuerpo de las otras
mujeres, con la excusa de que las otras no se están “queriendo a sí mismas”. Es
todo una cuestión de léxico que ambos sexos ya se volvieron hábiles para
manipular. Es bien sabido que cuando un hombre pone “busco una chica que sepa
cuidarse a sí misma” en un sitio web para citas, detrás de ese lenguaje de
empoderación femenina hay que leer, simplemente, “gorditas abstenerse”.
“Si con un
nombre nuevo, la búsqueda para estar más delgada te hace más sana no se puede
decir otra cosa que bienvenida sea”, es la opinión generalizada de los
no-fanáticos respecto de la tendencia. El tema es que no parecería haber
resultados contundentes que muestren que necesariamente así sea. Y no es que
los cambios en el vocabulario resuelvan los temas de fondo, vinculados con quiénes
de verdad deberían hacer dietas y cuán efectivas pueden llegar a ser, sobre
todo en el largo plazo.
Además, las
tendencias suelen ser pendulares y los neoyorquinos se cansan de todo muy
rápido, con lo cual muchos apuestan a una anti-diet fatigue, o fatiga del
movimiento antidieta. Según The New York Times ya está pasando con las
palabras. El matutino sostiene que la gente gorda pasó de ser llamada gorda a
con sobrepeso (“un eufemismo bien educado que -accidentalmente o no- implica
que hay un peso estándar.)” “De esto se los pasó a llamar pleasently plump
(agradablemente regordeta a con curvas” (“lo cual incorpora sexualidad y
optimismo al tamaño cuando debería ser sexual y emocionalmente neutral”) a
nuevamente gorda (“porque sólo es el juicio negativo de terceros el que carga
con negatividad la palabra, y quizá ser gordo no es tan malo como nos han hecho
creer”).
[…]Este otoño,
sin embargo, con la polémica llegada de la nueva revista de Paltrow todos
apuestan a que se recalentará el debate. Pero, en Nueva York, las mujeres
ultraobsesionadas con el cuerpo ya señalan que el medio será leído y comentado
por largos meses […]
*Texto y fotos
corresponden a “Gwyneth Paltrow, gurú de la nueva vida sana”, por Juana
Libedinsky para La Nación Revista, del domingo 15 de octubre de 2017
Fuente bibliográfica de todos los textos: Fundacion luminis
Fuente bibliográfica de todos los textos: Fundacion luminis
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